27 de enero de 2010
El Misterio de Olga Chejova, Antony Beevor
Esta vez Beevor explora la extraña vida de una actriz de origen ruso, Olga Chejova, quien triunfó en la Alemania nazi consiguiendo el título de “Actriz del Estado” y fue admirada intensamente por Hitler mientras, paralelamente, estaba al servicio de la NKVD; barajándose la posibilidad, por parte de la entidad soviética, de que Olga participase activamente en un atentando contra el führer.
Una rocambolesca historia que muestra la versatilidad de este escritor inglés, oficial de ejército británico y que ha escritos excelentes libros sobre la segunda guerra mundial, como el ya comentado en el blog, “Stalingrado”. Anthony Beevor, Caballero de las Artes y las Letras por el gobierno francés, describe los comienzos de Olga, emparentada con el escritor ruso Antón Chejov, y su difícil vida durante la revolución rusa de 1917. La historia prosigue con la huída de Olga a Berlín y el posterior triunfo en los círculos cinematográficos de la capital alemana. También se muestra los largos brazos de la NKVD rusa, la policía secreta dedicada a los enemigos políticos del régimen, y como toda la inmigración rusa está infiltrada por los agentes de Stalin, amén de la forma en que lograron que Olga colaborara con el espionaje soviético.
Un libro sobre un episodio menor en la historia del nazismo alemán, pero que muestra los profundos e intrincados lazos entre rusos y alemanes, unidos en una admiración y aborrecimiento mutuos de carácter muy intenso.
Sirva de ejemplo este fragmento que muestra esta extraña madeja de sentimientos y vínculos: “Liev Kniper, ruso de impoluta sangre alemana, se había transformado en un apasionado devoto de la causa soviética en la Gran Guerra Patriótica. Su hermana, Olga Chejova, empero, se tornó, según todo parece indicar, cada vez más germánica, por más que estuviese dispuesta a cualquier cosa por ayudar a sus familiares de la Unión Soviética. Se diría que la pasión –correspondida- que profesó durante la guerra por Jep, su amante de la Luftwaffe, evolucionó hasta convertirse en una verdadera relación telepática, a pesar de que, por lo general, se hallaban a varios cientos de kilómetros de distancia uno del otro. En sus cartas, él afirmaba oír su voz en el aire y le confiaba sus sueños…” (pág.212)
Si se tiene en cuenta que Olga era de sentimientos germanistas, y que no obstante ayudaba al NKVD ruso en sus planes, y que amaba a un aviador alemán que luchaba contra Rusia, mientras su hermano luchaba por la causa soviética… se comprenderá que no es fácil establecer nítidas distinciones entre lealtades superpuestas y además contradictorias.
La vida de Olga transcurre entre lujos, sobresaltos, agudos temores por la suerte de su familia y los nuevos vínculos con el poder político que su triunfo en Alemania le reporta. Beevor muestra, con breves y acertadas pinceladas, el terror a que es sometido el pueblo soviético emparedado entre la crueldad de las tropas invasoras por un lado y la crueldad “patriótica” del régimen comunista por el otro; y cómo la familia de Olga, de un modo incomprensible (para sus contemporáneos), se salva de las sucesivas purgas que asolan a los son de origen alemán, o están emparentados con los intelectuales de la primera hora de la revolución. Un libro que arroja una perspectiva mucho más matizada de aquellos años difíciles que, ahora, resultan difíciles de imaginar a pesar de su cercanía en el tiempo.
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