
En "Los ojos del tuareg", Alberto Vázquez Figueroa toma como punto de partida la carrera de automovilismo El Cairo-Dakar, que atraviesa diversos países africanos, para denunciar el "espantoso derroche de riqueza y poder" que representa su paso por pueblos ignotos y sumidos en la más profunda de las miserias.
Alberto Vázquez-Figueroa, uno de los autores españoles más leídos en el mundo, afirmó que se vio impelido a escribir "Los ojos del tuareg" cuando, en la última edición del Rally (la carrera de automovilismo El Cairo-Dakar), supo que los participantes y sus equipos habían sido trasladados por vía aérea a través del desierto mientras "la gente moría por millones" a causa de las inundaciones en África.
"Me sorprendió comprobar cómo en esa gigantesca operación fueron capaces de llevar 140 camiones, 120 coches, helicópteros y 1.500 personas mientras la gente moría por millones y sólo había tres viejos helicópteros para rescatarles". Para Vázquez-Figueroa con el coste del dispositivo de traslado organizado para la carrera "se hubieran salvado 200.000 niños".
En la novela, el hijo del protagonista de "Tuareg", Gacel Sayah, personaje seco y misterioso, como sacado de épocas pre-bíblicas, considera su honor y las leyes de su tribu lo único importante en esta vida. Tras la muerte de su padre, emprende un éxodo por el desierto junto al resto de su familia hasta que establecen un campamento al lado de un pozo. La llegada, seis años después, de los participantes de una carrera automovilística amenaza la tranquilidad de los tuareg y supone el punto de arranque de la aventura. Es así cómo da comienzo una historia que trata sobre las ancestrales costumbres de un pueblo, su forma armónica de convivir con la naturaleza y de cómo esa forma de vida se ve cada día más amenazada por condicionantes externos.
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