«Quien no tiene el valor de pensar grandes cosas, sólo alcanzará cosas pequeñas». La leyenda decía que aquel que lograra separar el yugo de la lanza -atados por un nudo de múltiples cabos del carro sagrado de Gordión conquistaría Asia. Alejandro simplemente cortó la cuerda con su espada, la que había pertenecido a Aquiles. Y la profecía se cumplió: conquistó Asia. Empezó la campaña con víveres para 10 días y salarios para ocho. Y con 43.000 infantes, 6.100 jinetes, 8.000 caballos, cocineros, herreros, cartógrafos, músicos... llegó hasta la India y, cuando proyectaba conquistar Arabia, un vino envenenado acabó con las ambiciones de sus 33 años.
En ésta, la continuación de Alejandro, El unificador de Grecia, el autor recrea con maestría la vida del gran conquistador en una obra que es al mismo tiempo una epopeya histórica, un thriller de intrigas políticas y una novela picaresca. La asombrosa plasticidad de las situaciones recreadas por el autor propicia que todos los personajes cobren vida de manera convincente. Haefs compagina inteligentemente la ficción con el rigor histórico y el detalle.
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